Cuando se habla de inversión, pocos activos gozan de la reputación del oro. Desde hace siglos se le considera un “refugio seguro” en momentos de crisis económicas o políticas. Y no es casualidad: a diferencia de las monedas tradicionales, el oro no depende de la política monetaria de un país y suele mantener su valor a largo plazo.
Según BBVA, invertir en este metal precioso sigue siendo una de las estrategias más utilizadas para proteger el patrimonio frente a la inflación o la volatilidad de los mercados.
Lo interesante es que no se trata solo de comprar joyas, como muchas veces se cree, sino de aprovechar distintas alternativas que se han diversificado con el tiempo, adaptándose tanto a perfiles conservadores como a aquellos que buscan algo más dinámico.
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De acuerdo con BBVA, el primer paso es entender que existen varias formas de entrar al mercado del oro y cada una tiene sus características. Aquí algunas de las más comunes:
Incluye lingotes, monedas o joyas. Es la forma más tradicional, aunque exige cuidar aspectos como la autenticidad, el almacenamiento seguro y, en algunos casos, el costo de resguardo.
Son una alternativa para quienes prefieren no lidiar con la custodia física. Estos instrumentos permiten invertir en oro a través de la bolsa, replicando su precio y ofreciendo liquidez.
Una vía indirecta de invertir, ya que se adquieren participaciones en empresas que se dedican a extraer y comercializar el oro. Aunque pueden generar rendimientos atractivos, también conllevan riesgos propios del sector.
Opción más avanzada y recomendable solo para quienes tienen experiencia en mercados financieros, ya que su nivel de riesgo es mayor.
La clave, explican los especialistas, es analizar cuál de estas opciones se ajusta mejor al perfil de cada persona, a sus objetivos y al capital que desea destinar.
Invertir en oro tiene una ventaja innegable: históricamente conserva su valor en épocas de incertidumbre. Sin embargo, no todo es brillo, pues también hay riesgos que deben tomarse en cuenta.
El oro no genera intereses ni dividendos, como sí ocurre con una inversión en bonos o acciones. Eso significa que la ganancia depende de la apreciación del precio en el mercado. Además, su cotización puede fluctuar en el corto plazo debido a factores globales como la demanda industrial, los movimientos del dólar o las decisiones de los bancos centrales.
Por eso, los expertos insisten en que el oro debe ser considerado como parte de una estrategia de diversificación, no como la única inversión.
La buena noticia es que cualquiera puede empezar a invertir en oro, incluso con montos pequeños. El libro Invertir en oro para principiantes disponible en Amazon, destaca que no se trata de ser millonario ni de comprar enormes lingotes, sino de dar pasos inteligentes y progresivos. La obra explica cómo reconocer la pureza del oro, evitar estafas y elegir entre las distintas modalidades de inversión.
Además, subraya que la paciencia es fundamental: invertir en oro no es un negocio para hacerse rico de la noche a la mañana, sino una estrategia de resguardo a largo plazo.
No, puedes comenzar con pequeñas cantidades, ya sea comprando monedas de bajo gramaje o a través de fondos cotizados que replican el precio del oro.
Depende del perfil de cada persona. El oro físico da una sensación de control, pero implica gastos de resguardo. Los ETF, en cambio, ofrecen liquidez y facilidad de operación.
El riesgo principal es que su precio puede fluctuar en el corto plazo, pero a largo plazo suele mantener su valor, por lo que se le considera un refugio seguro.
No es recomendable. El oro no genera ingresos como tal, por lo que debe ser parte de un portafolio diversificado junto con otros activos.
Lo ideal es acudir a instituciones financieras reconocidas, casas de moneda autorizadas o plataformas de inversión reguladas, evitando sitios no verificados. Acerca de la autora: Itzel Navarrete es periodista financiera apasionada por el poder de las palabras y la creatividad; escribe todos los días en DeDinero de El Universal.