Día de Muertos y Halloween no solo son calabazas, dulces y fiestas temáticas, también es temporada de gastos extra. El disfraz se ha convertido en la pieza central de estas celebraciones y comprar uno en tiendas especializadas o supermercados puede costar entre $500 pesos y hasta más de $2,000 pesos, dependiendo de la calidad, la marca o si es un personaje de moda.
Para familias con hijos, el gasto se multiplica, pues no se trata de un solo disfraz, sino de dos o tres, sumando un desembolso considerable.
Por eso cada año se reaviva la misma pregunta: ¿es mejor invertir en un disfraz ya hecho o fabricar uno en casa con un poco de ingenio?
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En el mercado mexicano abundan disfraces listos para usarse, desde los clásicos de brujas y vampiros hasta los que replican superhéroes o villanos de las películas más taquillerasy una de sus grandes ventajas es la practicidad: llegas a la tienda, eliges tu talla, pagas y listo.
Además, suelen tener acabados más profesionales y materiales resistentes, algo que muchas veces resulta atractivo para quienes no tienen tiempo o no son hábiles con las manualidades.
Sin embargo, el precio puede ser un verdadero susto. Un disfraz comprado en una tienda puede costar desde $400 pesos en adelante y superar los $1,000 pesos en trajes más elaborados o detallados. El gasto se vuelve aún más cuestionable porque en muchos casos solo se usa una noche y terminan guardados en un cajón hasta que se donan o se desechan.
La alternativa casera tiene cada vez más adeptos, sobre todo en tiempos de inflación. Elaborar un disfraz con ropa vieja, maquillaje y algunos accesorios no solo puede costar menos de la mitad que uno comprado, sino que además permite un toque único y personalizado.
Además, confeccionar un disfraz en casa es una oportunidad para enseñar a los niños el valor del ahorro y la creatividad frente al consumo rápido. Desde una sábana convertida en fantasma hasta un conjunto de ropa negra con accesorios que simulan ser murciélagos, las ideas son prácticamente infinitas y no requieren grandes inversiones.
Un disfraz casero puede armarse con menos de $300 pesos, siempre que se aprovechen materiales ya disponibles en casa. En contraste, un disfraz comprado nuevo puede triplicar o cuadruplicar esa cantidad. La diferencia está en el tiempo: hacer uno en casa requiere planeación, buscar materiales y dedicar varias horas, mientras que comprarlo resuelve el problema en cuestión de minutos.
Al final, lo que se invierte no siempre es dinero, también entra en juego el tiempo y la energía. Para quienes tienen jornadas largas de trabajo o poco margen para actividades manuales, pagar por un disfraz listo resulta más práctico, aunque implique gastar más.
La respuesta no es universal. Si tu prioridad es ahorrar y darle un toque especial a tu disfraz, hacerlo en casa es la opción ideal. Si el tiempo te corre y no quieres complicaciones, comprarlo puede ser la salida más sencilla. Lo importante es no perder de vista el presupuesto familiar, pues Halloween debe ser motivo de diversión y no de deudas.
En México, puede ir de 500 hasta más de 2 mil pesos, dependiendo del diseño, talla y calidad.
Un disfraz armado con materiales reciclados o ropa vieja puede costar menos de 300 pesos.
Ahorro de dinero, personalización, aprendizaje creativo y la oportunidad de compartir tiempo en familia.
Principalmente el tiempo y esfuerzo que requieren, además de que los acabados pueden ser menos profesionales que los de uno comprado.
Valorar tanto el presupuesto como el tiempo disponible. Si lo que sobra es creatividad, hazlo en casa; si lo que falta es tiempo, cómpralo sin culpa. Acerca de la autora: Itzel Navarrete es periodista financiera apasionada por el poder de las palabras y la creatividad; escribe todos los días en DeDinero de El Universal.