¿Qué es, al fin, la ? Para unos, la ausencia de pan en la mesa. Para otros, el cuerpo roto por la enfermedad, la libertad que se mide en billetes, la imposibilidad de decidir sobre la propia vida. También hay quienes la nombran desde lo intangible: la renuncia a un viaje, la soledad de no haber vivido lo que se deseaba.

Jóvenes y adultos lo cuentan, y en sus voces se revela que aquello que falta no es nunca igual: depende del lugar en el que se nace, de la sombra de la o del resplandor fugaz de la abundancia.

¿Qué percibimos como carencia en México? (Foto: DeDinero)
¿Qué percibimos como carencia en México? (Foto: DeDinero)

¿Qué significa “carencia” en la vida diaria?

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, más conocido como INEGI, la carencia suele medirse en derechos sociales como salud, alimentación, seguridad social o vivienda, y es multidimensional. Aquí te escribí más al respecto:

Sin embargo, en la práctica, cada persona le da un sentido distinto. Platiqué con cuatro personas y todas tienen formas diferentes de entenderlo:

Jaime, de 20 años, trabaja en un puesto de verduras en el mercado de Xochimilco. Su mayor carencia, dice, es llegar a casa con la cartera vacía cuando las ventas no alcanzan, un escenario frecuente debido a las lluvias, el calor y la fluctuación de los precios que hacen que los clientes a veces se vayan. Tiene una hija de un año y su pareja, Marisol, está embarazada de nuevo, y los gastos cotidianos “me comen”, admite.

Por su parte, Cleotilde, de 55 años y propietaria de un puesto de pescados y mariscos, señala que lo que más le falta es salud: vive con complicaciones de la obesidad y enfermedades crónico-degenerativas. En lo económico, asegura que no tiene mayores problemas; tras 20 años en el negocio, sabe cómo manejar las temporadas de “vacas flacas”. Su esposo trabaja con ella y sus dos hijos, ya mayores, continúan la misma actividad.

Hugo, de 23 años, cuenta que su principal carencia fue verse obligado a cancelar su viaje a España por la ola de calor que afecta al país europeo. Lamenta no reencontrarse con sus amigos y dice que tendrá que conformarse con destinos alternativos como Australia o Japón, aunque Madrid tiene para él un valor ritual, al que cada año dedica tiempo y recursos. Incluso adquirió souvenirs mexicanos para amigos y familia, un gasto de aproximadamente 55 mil pesos que ahora tendrá que amortizar.

Por último, Camila, de 24 años, reconoce que su mayor carencia sería no poder costear por sí sola la universidad: estudia en la IBERO gracias al apoyo económico de sus padres, quienes invirtieron en bienes raíces para sostenerla. Señala que, aunque jamás le ha faltado comida, ropa o viajes, “yo sola no la haría, sinceramente gracias a mis papás”. Estudiar en la IBERO puede implicar semestres que oscilan entre 59,300 y 177,745 pesos, más costos adicionales por examen de admisión, transporte y trámites escolares.

¿Cómo saber si lo que sentimos es una carencia real o relativa?

La diferencia está en el contexto:

Carencia básica: cuando faltan ingresos para necesidades esenciales (alimentación, vivienda, servicios).

Carencia relativa: cuando la limitación está en deseos o proyectos personales (viajes, independencia, tiempo).

Carencia de salud: cuando el cuerpo impone límites más allá de lo económico.

Cómo reconocer lo que falta y enfrentarlo

Primero, detenerse un momento y preguntarse: ¿qué necesito realmente para vivir con dignidad? La respuesta puede ser tan simple como tener comida en la mesa, acceso a la salud, una escuela que pagar o un techo seguro. Después, aprender a diferenciar lo imprescindible de lo deseado: hay carencias que pesan por necesidad y otras que duelen por comparación.

No estamos solos: hay apoyos que alivian, desde la Pensión Bienestar hasta becas educativas o servicios de salud del IMSS, herramientas que se ofrecen para sostener lo que nos falta. Planear los gastos se vuelve un acto de cuidado: calcular ingresos y egresos, anticipar lo que viene, imaginar un futuro menos frágil. Y, si es posible, construir cierta independencia.

Como Camila, que sabe que parte de su privilegio es temporal y que un plan de ahorro o un empleo parcial puede convertir la dependencia en posibilidad.

Estos testimonios muestran que la carencia no es uniforme en México: para un joven de mercado puede ser no tener dinero para el día; para una mujer trabajadora, la salud; para otros, la falta de independencia o experiencias personales.

El dato duro del INEGI sigue siendo contundente: tres de cada diez personas en México no logran cubrir sus necesidades básicas. Pero escuchar voces reales revela que la carencia también se construye desde lo emocional y lo relativo.

¿Qué es una carencia básica en México?

Se refiere a la falta de ingresos o servicios que afectan directamente la alimentación, salud, vivienda, educación o seguridad social.

¿Cómo saber si mi carencia es económica o relativa?

Si afecta necesidades primarias (comida, renta, servicios de salud), es básica. Si se trata de deseos o proyectos personales (viajes, gustos), es relativa.

¿Qué apoyos existen en México para enfrentar carencias?

  • Pensión Bienestar para personas mayores.
  • Becas Benito Juárez, Rita Cetina, Jovenes Escribiendo el Futuro para estudiantes.
  • Pensión Mujeres con Bienestar para mexicanas en situación de vulnerabilidad.
  • Servicios médicos del IMSS e ISSSTE.

También hay opciones de ahorro y crédito supervisadas por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, más conocida como Condusef.

La carencia tiene muchas caras, pero hay que saber distinguir lo verdaderamente importante de lo superfluo. En ambos casos, la tarea propia está en reconocer lo que nos falta, entender su origen y, en la medida de lo posible, buscar las herramientas y apoyos disponibles para construir un presente y un futuro con mayor seguridad y bienestar. Porque, al final, la carencia no es solo una condición económica, sino una experiencia profundamente humana. Acerca del autor: Javier Ramírez es periodista financiero especializado en SEO, economía digital, inteligencia artificial, fintech e inversiones. Escribe todos los días en DeDinero.

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