Hace años, lo viví. A mitad de mes, la cartera cruje como si llevara piedras. Se busca en los bolsillos, en la bolsa del pantalón, en el cajón donde a veces aparece un billete doblado, milagroso. Nada. Y uno se pregunta, otra vez, en qué momento se fue todo.
No es una pregunta nueva. La repiten millones de personas, en voz baja, con rabia o con resignación. Y no tiene que ver, como muchos creen, con la cantidad que entra cada quincena. Tiene que ver con algo más antiguo. Con lo que vimos. Con lo que no nos enseñaron. Con los errores que repetimos sin saber de dónde vienen. Ser malo con el dinero no es una falla moral: es una herencia. Un lenguaje que no nos enseñaron a hablar. Pero se puede aprender. Se puede traducir.
En esta guía te explico con claridad por qué muchas personas batallan para administrar su dinero, cuáles son las razones reales detrás de ese ciclo, y cómo romperlo paso a paso con hábitos simples y sostenibles. Todo aprendido por la vida, porque soy testimonio vivo, y con datos de varias clases que tomé con la Condusef, en la Bolsa Mexicana de Valores, con mis amigos, los asesores de CETES.
Vamos a empezar con las claves para identificar el problema sin culpas: no se trata solo de no ahorrar. Muchas personas con ingresos estables viven con ansiedad financiera (a mí me pasó hace unos años). Estos son algunos síntomas comunes:
La mayoría de estos comportamientos no son fallas de carácter, sino hábitos aprendidos sin educación financiera formal.
En México, la educación financiera sigue siendo una deuda pendiente. La mayoría nunca aprendió a hacer un presupuesto, comparar créditos o invertir en CETES.
Frases como “soy pobre porque nací pobre y así me voy a morir”, “los ricos son malos” o “nunca voy a tener dinero porque nací sin suerte, porque no me tocó en esta vida, porque no puedo hacer nada contra la pobreza” marcan profundamente cómo usamos el dinero. Estas ideas, muchas veces inconscientes, condicionan nuestras decisiones financieras sin que lo notemos.
Muchas personas usan el dinero para lidiar con estrés, culpa o frustración. Comprar cosas se convierte en una forma de consuelo. Pero esto crea un ciclo de satisfacción momentánea seguido de preocupación o culpa.
Hazte estas preguntas. Si respondes “sí” a más de dos, es momento de hacer ajustes:
Solo así sabrás en qué se va realmente tu dinero. Puedes usar papel, una app gratuita o Excel. Lo importante es ver con claridad.
No es lo mismo “quiero ahorrar” que “quiero dejar de vivir con miedo al final de la quincena”. Ponle nombre a lo que quieres lograr. Lo que no se nombra no existe, dice mi podcaster favorita, Yannina Thomassiny.
Consulta contenidos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), Banco de México (Banxico) o nuestro sitio dedinero.com.mx para entender conceptos importantes.
Laura, enfermera de 32 años en Ciudad de México, gastaba sin control cada quincena y siempre terminaba endeudada. Tras identificar que usaba el dinero como forma de aliviar la culpa por no pasar tiempo con su hijo, cambió su estrategia: armó un presupuesto en papel, se unió a una tanda, y empezó a usar el ahorro como una forma de autocuidado.
Después dejó la tanda porque muy buena no es si quieres crecer tu dinero (solo es para salir del apuro), y decidió invertir sus pequeños ahorros en CETES. Hoy tiene un fondo de emergencia por primera vez.
Haz una lista de todas tus deudas con monto, tasa y plazo. Usa el método bola de nieve (paga primero la más pequeña). La Condusef tiene simuladores gratuitos para ayudarte: https://www.condusef.gob.mx/?p=simuladores
Revisa tus estados de cuenta o descarga tu historial bancario. Si más del 30% de tu gasto mensual es en compras impulsivas o salidas, puedes hacer ajustes.
Sí. Aunque sea con $20 semanales. El hábito vale más que el monto inicial. Muchos mexicanos han empezado su fondo de emergencia con monedas.
El primer paso es tener claridad. Evitar el tema solo agrava el problema. Hablar con alguien de confianza o con un asesor puede ayudarte a ganar control.
Ahora ya lo sabes: No es el dinero. Nunca lo fue. No es la cifra que entra ni la que falta, sino lo que haces cuando lo tienes entre las manos. Lo que crees que vale, lo que te enseñaron a temer. Una buena relación con el dinero no se mide por lo que ganas, sino por lo que sabes (o te animas a saber) de ti frente a él. Revisar lo que heredaste, lo que repites sin darte cuenta, lo que evitas mirar. Desarmar esas creencias como quien deshace un nudo viejo... y entonces sí: empezar a decidir distinto. Con datos, con preguntas nuevas, con la certeza de que el control no llega como castigo, sino como claridad. Acerca del autor: Javier Ramírez es periodista financiero especializado en SEO, economía digital, inteligencia artificial, fintech e inversiones. Escribe todos los días en DeDinero.