¿Alguna vez te has sentido pobre, aunque tengas ingresos fijos, comida en la mesa y acceso a servicios básicos? Si la respuesta es sí, tal vez no se trate de pobreza en términos económicos, sino de una mentalidad de escasez que está filtrando tu realidad.
Hoy te escribí esto para ayudarte a descubrir si realmente estás en una situación de pobreza o si tu percepción está influenciada por patrones mentales aprendidos, miedos heredados o hábitos que te alejan de una visión de abundancia.
La mentalidad de escasez es un marco mental en el que las personas se enfocan constantemente en lo que les falta: dinero, tiempo, oportunidades o reconocimiento.
Esta visión distorsiona la realidad, haciendo que incluso quienes tienen lo suficiente, se sientan en déficit.
La pobreza no es solo falta de dinero. Es una condición multidimensional definida por organismos como el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) y el Banco Mundial. Implica carencia en:
En México, por ejemplo, el ingreso mínimo para no ser considerado en pobreza es de $4,258 pesos mensuales por persona en zonas urbanas (dato 2025, Coneval).
Puedes ganar más de esa cifra y aún sentirte pobre si tu percepción está condicionada por el miedo, la comparación y el autosabotaje.
La raíz suele estar en la infancia, la cultura o entornos de sobrevivencia. Estas ideas pueden estar programadas en tu mente:
Este tipo de creencias limitantes genera culpa, ansiedad y rechazo al dinero, afectando tu capacidad de generar o mantener riqueza.
Haz un análisis honesto de tus ingresos, gastos, patrimonio y acceso a servicios. ¿Realmente estás en carencia, o solo sientes que lo estás?
¿Gastas sin conciencia? ¿No ahorras por miedo o por desorganización? ¿Te boicoteas cuando ganas más?
Frases como “nunca tengo dinero”, “el dinero se va” o “soy pobre para siempre” refuerzan la escasez, aunque tu situación objetiva no sea crítica.
Un claro ejemplo de cómo la mentalidad moldea la realidad financiera se observa en dos personas con ingresos distintos:
Ana gana $15,000 pesos al mes, pero repite constantemente “no me alcanza”, lo que la lleva a vivir con estrés, miedo y una mentalidad de escasez.
En contraste, Luis percibe solo $10,000 pesos mensuales, pero afirma “estoy ahorrando para crecer”, reflejando una mentalidad de abundancia que le permite experimentar paz, enfoque y posibilidades.
No es el dinero en sí, sino la manera en que lo interpretamos, lo que determina nuestra experiencia.
Haz consciente lo que crees sobre el dinero. Anota todas las frases que escuchaste en casa y evalúa si aún te sirven.
Cada vez que pagues algo, agradécelo. Cambia el “se fue el dinero” por “invertí en mí”.
Lee libros como “Los secretos de la mente millonaria” o “Dinero: domina el juego”. Escucha podcasts que hablen de prosperidad desde el equilibrio, como el de "Sabiduría Psicodélica", creado por Yannina Thomassiny.
Ahorrar, invertir y compartir son actos de confianza en la vida. Hazlos incluso con poco.
Sí. Si crees que el dinero es peligroso o inalcanzable, tu subconsciente evitará que lo retengas, incluso cuando lo generes.
Sientes paz al pagar, disfrutas del éxito ajeno, te das permiso de invertir en ti y piensas en posibilidades, no en carencias.
Absolutamente. La historia de muchas personas ricas emocional y financieramente empieza con una decisión: cambiar su percepción.
Sí. Meditaciones guiadas, afirmaciones positivas, journaling financiero y gratitud diaria son herramientas poderosas.
Tal vez no eres pobre. Tal vez eres alguien con recursos, capacidades y oportunidades, pero condicionado a ver lo que falta y no lo que abunda. La pobreza mental no se cura con dinero, se transforma con conciencia. Empieza hoy mismo a preguntarte: ¿Qué historia me estoy contando sobre el dinero? Déjame tus comentarios en javierperamz@gmail.com