¿Alguna vez te ha llegado el recibo de la luz más alto de lo que esperabas y te preguntaste qué estás haciendo mal? Esta es una situación común en los hogares mexicanos, donde mes con mes se reciben cargos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que muchas veces superan el presupuesto familiar.
Lo cierto es que ahorrar luz no tiene que ser complicado ni requerir cambios drásticos en tu estilo de vida. Existen varias recomendaciones prácticas y comprobadas que pueden ayudarte a reducir tu consumo y pagar menos, sin dejar de lado tu comodidad y sin invertir grandes cantidades de dinero.
CFE clasifica a los usuarios en distintas tarifas domésticas que se basan en el nivel de consumo y la ubicación geográfica. Si el consumo mensual rebasa cierto límite, el hogar entra en la Tarifa Doméstica de Alto Consumo (DAC), una categoría que elimina los subsidios del gobierno y dispara el costo por cada kilovatio hora (kWh) consumido.
Esta es una de las principales razones por las que muchas familias ven aumentos repentinos en sus recibos. Por ello, uno de los primeros objetivos debe ser mantenerse por debajo de ese umbral para conservar la tarifa subsidiada.
Entre los principales destacan el refrigerador, el aire acondicionado, la lavadora, la secadora y los sistemas de calefacción. Aunque no puedes prescindir de todos ellos, sí puedes usarlos de forma más eficiente.
Por ejemplo, usar el aire acondicionado a una temperatura entre 24 y 26 grados permite mantener un ambiente fresco sin forzar el aparato. Además, limpia los filtros de forma regular para mejorar su rendimiento y reducir el consumo.
Otra recomendación es desconectar los aparatos eléctricos cuando no los estés utilizando, ya que aunque estén apagados, muchos siguen consumiendo energía en lo que se conoce como “modo vampiro” o “consumo fantasma”.
Esto se aplica para televisores, microondas, cargadores de celulares y computadoras, entre otros. Una buena idea es utilizar regletas o multicontactos con interruptor para apagar varios dispositivos al mismo tiempo de manera sencilla.
La iluminación del hogar también es una fuente constante de gasto energético. Por eso, cambiar los focos tradicionales por lámparas LED puede representar hasta un 80% de ahorro en comparación con los focos incandescentes, además de que tienen una vida útil mucho más larga.
Aprovechar la luz natural durante el día y pintar las paredes en colores claros también contribuye a mantener espacios bien iluminados sin necesidad de encender tantas luces.
La revisión del estado del refrigerador es otro punto clave, ya que este electrodoméstico trabaja las 24 horas del día. Revisar que el empaque de la puerta cierre bien y que no haya acumulación de escarcha o hielo en el congelador puede marcar la diferencia.
Colocar el refrigerador lejos de fuentes de calor como estufas o ventanas con luz directa del sol ayuda a que no consuma energía extra para mantenerse frío.
En la cocina, es importante evitar abrir y cerrar constantemente el horno o el refrigerador, ya que esto obliga a los aparatos a hacer un mayor esfuerzo por mantener su temperatura interna.
Utilizar ollas a presión, tapar las cacerolas al cocinar y usar quemadores del tamaño adecuado también reduce el tiempo y el uso de energía, tanto eléctrica como de gas.
Al reducir tu consumo, no solo cuidas tu economía, también disminuyes tu huella de carbono, lo que contribuye a un planeta más sustentable. Pequeños cambios pueden hacer grandes diferencias en tu bolsillo.