Hablar de herencias puede ser un tema delicado y hasta medio tabú en muchas familias mexicanas, pero la verdad es que tener claridad puede evitar más de un pleito entre hermanos, primos, tíos y hasta el vecino metiche. La gran pregunta que muchos se hacen es: ¿quiénes pueden heredar cuando alguien muere sin testamento?
En México, si una persona fallece sin dejar testamento, la ley ya tiene todo un orden establecido para determinar quién se queda con sus bienes. Este proceso se llama sucesión legítima y está regulado por el Código Civil Federal.
Los primeros en la lista para heredar son los hijos. Si la persona fallecida tenía hijos, ellos son los principales herederos y el patrimonio se reparte en partes iguales.
Ahora bien, si la persona también estaba casada, el cónyuge tiene derecho a heredar junto con los hijos. Por ejemplo, si hay tres hijos y un cónyuge, la herencia se divide en cuatro partes iguales.
Este derecho se mantiene incluso si los hijos son de diferentes matrimonios o relaciones. En pocas palabras, aquí no hay favoritos: todos los hijos tienen los mismos derechos, siempre y cuando sean reconocidos legalmente.
Si la persona fallecida no tuvo hijos, la herencia pasa a los padres y al cónyuge. En este caso, los bienes se dividen por partes iguales entre ellos.
Si no están ambos padres vivos, la parte que correspondería al padre fallecido se le entrega al que sí está vivo. Si no hay padres ni hijos, entonces el cónyuge hereda todo.
Si la persona no tenía hijos, los padres fallecieron y tampoco tenía cónyuge, entonces la ley llama a los hermanos y a los sobrinos.
Aquí, los hermanos heredan en partes iguales y, en caso de que algún hermano haya fallecido antes, los sobrinos (hijos de ese hermano) pueden heredar la parte que le hubiera tocado a su papá o mamá.
Si tampoco hay hermanos ni sobrinos, la herencia pasa a los abuelos. Si todavía no hay ningún familiar cercano, la ley sigue subiendo en el árbol genealógico: bisabuelos, tíos, primos y así sucesivamente, pero esto ya se da en situaciones muy poco comunes.
La idea de la ley es que los bienes se queden lo más cerca posible de la familia directa. Si después de buscar y buscar resulta que no hay familiares hasta el cuarto grado, la herencia pasa al Estado.
Este punto es clave, porque muchas personas creen que si no hay testamento “alguien de la familia” siempre se queda con los bienes, pero no es así.
Si no existen herederos legítimos, el Estado correspondiente pueden reclamar los bienes.
Después de leer este enredo, seguramente ya te diste cuenta de la importancia de dejar un testamento. Si algo nos enseñó la pandemia y los tiempos difíciles es que no podemos dejar las cosas importantes para después.
Aunque suene fuerte, pensar en tu herencia es pensar en el bienestar de los que amas. Itzel Navarrete es una comunicóloga apasionada por el poder de las palabras y la creatividad. Escribe de finanzas personales en DeDinero.