En el campo mexicano hay una nueva preocupación que va más allá del clima o los precios del maíz. Se trata de un pequeño insecto con efectos devastadores: el gusano barrenador del ganado.
Una plaga que se creía erradicada en México desde 1991 ha reaparecido con fuerza y ya provoca pérdidas económicas estimadas en más de 1,000 millones de pesos, según un informe de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El impacto va desde la muerte directa de animales hasta el freno en las exportaciones de ganado vivo hacia Estados Unidos, uno de los principales mercados para los productores nacionales.

¿Por qué es tan peligroso el gusano barrenador?
El gusano barrenador, conocido por su nombre científico Cochliomyia hominivorax, es una larva que se alimenta de tejido vivo. Una vez que la mosca pone sus huevos en heridas abiertas de vacas, cerdos o incluso animales silvestres, las larvas invaden la carne y avanzan rápidamente provocando lesiones graves, infecciones y, si no se atienden a tiempo, la muerte del animal.
Este tipo de infestación no solo representa un sufrimiento para los animales, sino que obliga a los ganaderos a realizar gastos extraordinarios en medicamentos, tratamientos veterinarios, cuidados preventivos y pérdida de productividad.
Cierre de importación de ganado
Lo más grave no ocurre solo en los establos o en los campos. El pasado 1 de febrero, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos decidió cerrar temporalmente la frontera a la importación de ganado vivo procedente de México.
Una medida que, aunque justificada como precaución sanitaria, ha sido interpretada por algunos sectores como una respuesta desproporcionada, tomando en cuenta que la plaga afecta sobre todo al sur y sureste del país, mientras que gran parte del ganado de exportación proviene del norte.
Esta decisión pone en preocupación a miles de productores que dependen de ese mercado para sobrevivir. De acuerdo con datos de la industria ganadera, México exporta más de un millón de cabezas de ganado al año a Estados Unidos, lo que representa un ingreso vital para zonas rurales de estados como Sonora, Chihuahua y Coahuila.
El cierre, aunque temporal, ya está generando afectaciones económicas, pues muchos ganaderos se han visto obligados a reducir precios o buscar mercados alternativos, mientras siguen acumulando costos de manutención.
Este brote no solo afecta al ganado
También tiene implicaciones políticas y comerciales, ya que Estados Unidos, al detectar los primeros casos, envió una misión técnica al sur de México para evaluar la situación sanitaria, lo que ha sido interpretado por especialistas como una forma de presión diplomática.
Si bien se han realizado reuniones entre ambas naciones, todavía no hay una fecha concreta para el levantamiento del cierre fronterizo, lo que genera una incertidumbre económica y operativa para el sector.
El impacto es aún más delicado si se considera que muchos de los productores afectados son pequeños y medianos ganaderos, quienes no cuentan con recursos para mantener a sus animales por mucho tiempo sin venderlos.
El daño no es solo biológico, sino también financiero, social y comercial
El gusano barrenador, aunque pequeño y silencioso, se ha convertido en un enemigo poderoso que pone en riesgo no solo la salud del ganado mexicano, sino también el equilibrio económico de regiones enteras que dependen de la ganadería. Si no se actúa con rapidez, las pérdidas podrían multiplicarse en los próximos meses.
En medio de la alerta, especialistas piden retomar el programa binacional México-Estados Unidos que permitió su erradicación en los años noventa, el cual incluía el uso de moscas estériles, una técnica que evitaba la reproducción del insecto sin dañar el medio ambiente. La reactivación de este tipo de soluciones científicas podría ser clave para contener el brote y recuperar la confianza internacional.