Con una mirada decidida frente al espejo y una serie de herramientas básicas, la usuaria kirygard en YouTube Shorts compartió un breve pero revelador video donde se transforma el cabello sin pisar un salón.
En apenas segundos, se le ve aplicando tinte en su cabello, pintando sus cejas, utilizando una máquina para eliminar orzuela (conocida como split ender) y, finalmente, cortando un flequillo que enmarca su rostro.
Al terminar, muestra un resultado digno de revista: un cabello saludable, brillante y con un look renovado. Lo más impresionante es el ahorro, pues de acuerdo con la creadora de contenido, aproximadamente 8 mil pesos mexicanos es lo que se hubiera gastado en un salón de belleza si no lo hubiera hecho por su cuenta.
Pero, ¿es más barato arreglarse en casa que ir con un profesional? Para responder esta pregunta, analizamos los costos promedio de un servicio de salón frente a la inversión inicial de ser tu propia estilista.

Invertir en uno mismo: ¿cuánto cuesta ser tu propia estilista?
En Amazon México, la split ender, una herramienta especializada en eliminar orzuela sin cortar el largo del cabello, tiene precios que oscilan entre los mil y los 3 mil 57 pesos, dependiendo de la marca y características.
A eso se le debe sumar el costo del tinte (entre 60 y 200 pesos según la marca y el tono), las tijeras de estilista (desde 150 hasta los 600 pesos por un par decente), brochas aplicadoras y guantes (que en conjunto no superan los 100 pesos).
En total, una inversión inicial podría rondar entre los mil 300 y los 4 mil pesos, pero, a diferencia de los servicios de salón, las herramientas pueden reutilizarse muchas veces.
Si bien los materiales suponen un gasto inicial considerable, especialmente si se compra una Split Ender de gama media, la amortización es clara: mientras más veces te arregles el cabello por tu cuenta, mayor será el ahorro a mediano plazo.
¿Y cuánto cuesta ir al salón? Una realidad muy variada
El precio por servicios de belleza en México varía enormemente según la zona y el nivel del establecimiento, especialmente en la Ciudad de México.
En colonias populares, un corte de cabello básico puede costar entre 50 y 200 pesos, mientras que en zonas de mayor plusvalía o en salones con estilistas reconocidos, el precio del corte puede escalar fácilmente desde los 500 hasta los 3 mil pesos.
Si se incluyen servicios de tinte, tratamiento de orzuela y diseño de cejas, el gasto total puede superar los 4 mil pesos en una sola sesión.
En el caso del look mostrado por Kirygard, al incluir tinte, split ender, diseño de cejas y flequillo, un servicio de este tipo en un salón de gama media o alta podría rondar los 6 mil y 8 mil pesos, dependiendo de los productos utilizados, la ubicación y la reputación del estilista. La joven logró este resultado por una fracción del precio y sin salir de casa.
Más que ahorro: autonomía, creatividad y cuidado personal
Más allá del ahorro económico, muchas mujeres están encontrando en el autoestilismo una forma de autonomía, expresión personal y empoderamiento.
Aprender a cuidar de sí mismas les brinda no solo control sobre su imagen, sino también una conexión más íntima con su cuerpo y sus decisiones. Plataformas como YouTube, TikTok e Instagram se han convertido en aliadas para quienes desean aprender técnicas de coloración, corte o cuidado capilar con tutoriales gratuitos y accesibles.
Sin embargo, no todo es ideal; también existen riesgos, como pueden ser los errores en el corte, los daños capilares por mal uso de los productos o reacciones alérgicas.
Por eso es importante informarse bien, utilizar productos adecuados y, si es posible, consultar tutoriales de profesionales certificados o acudir a estilistas en caso de dudas mayores.
¿Es para todas? La decisión depende del bolsillo y del tiempo
Si bien no todas las personas tienen la destreza, paciencia o interés en estilizarse a sí mismas, esta alternativa se vuelve cada vez más atractiva en un contexto donde los precios de servicios suben y la digitalización permite el acceso a conocimiento especializado sin costo.
Una persona con ingresos ajustados puede decidir invertir poco a poco en sus herramientas, practicar en casa y, con el tiempo, incluso ofrecer sus servicios a otras personas como fuente de ingreso adicional.
El caso de Kirygard se vuelve un símbolo de esta tendencia: la de mujeres que deciden cuidarse, embellecerse y ahorrar sin sacrificar calidad, utilizando su ingenio, tecnología accesible y una buena dosis de práctica frente al espejo.