La reducción de la jornada laboral en México a 40 horas semanales ha sido uno de los debates más importantes de los últimos años.
El objetivo, según legisladores y sindicatos, es dar mayor equilibrio entre la vida personal y el trabajo, además de alinearse con estándares internacionales.
Sin embargo, el tema no solo toca fibras sociales, también impacta de manera directa en la economía. Una jornada más corta podría elevar costos para las empresas, pero también mejorar la productividad si los trabajadores rinden mejor en menos tiempo.

Mientras tanto, en China la realidad laboral es distinta, pues medios reportan que supuestamente hay sectores donde los trabajadores no tienen fines de semana debido a que se les considera “improductivos” durante los días de descanso.
Además, algunas empresas aplican una práctica que sorprende a los ojos occidentales: retener los sueldos hasta por tres meses para evitar que los empleados renuncien.
Este esquema, lejos de garantizar bienestar, genera una dependencia forzada de los trabajadores hacia la empresa, que asegura su permanencia mediante la presión financiera.
Aunque desde fuera puede verse atractivo que un país logre precios bajos gracias a mano de obra flexible y abundante, en la práctica ese esquema tiene costos ocultos, indican las mismas fuentes.
La falta de descansos adecuados repercute en la salud de los trabajadores y reduce su rendimiento a largo plazo.
En contraste, México busca dar un paso hacia un esquema laboral más sostenible, en el que menos horas de trabajo signifiquen más productividad y mejores condiciones de vida.
Si bien esto puede elevar los costos de corto plazo para las empresas, también representa una oportunidad de atraer inversiones que valoren la estabilidad social y la calidad del capital humano.
Expertos coinciden en que el que prioriza el bienestar de los trabajadores es más sostenible, ya que reduce riesgos de desgaste, rotación y baja productividad. Acerca de la autora: Itzel Navarrete es una comunicóloga apasionada por el poder de las palabras y la creatividad; escribe sobre finanzas personales en DeDinero.